Ignacio Bossi
Coach deportivo
Todos los equipos son afectados por el modo de relacionarse con los estímulos; mucho más en situaciones definitorias. Así, creo que San Martín tiene que analizar una serie de factores que terminan impactando directamente en el rendimiento del equipo.
Primero, tenemos dos cuestiones que se pueden medir a simple vista. Tanto lo nutricional como lo competitivo permiten medir la preparación física, técnica y táctica para cada partido. A esto se le debe sumar en que cada partido de local los futbolistas tienen que jugar con el apoyo de más de 30.000 hinchas gritando.
En este torneo se aprovechó mucho la localía y creo que es la gran fortaleza de este equipo. Solo perdió una vez y en gran parte estos resultados se obtienen gracias al aliento del público, pero habría que analizar cómo fue cambiando a lo largo del torneo. En estos últimos partidos fui a la cancha y creo que hubo un cambió en el ánimo debido a las expectativas que tienen los hinchas por el ascenso.
Eso genera una presión con la que deben convivir todo el plantel. Si bien la mayoría de los jugadores que llegaron al club ya vivieron este tipo de procesos a lo largo de su carrera, lo que puede estar pasando es que no estén habituados a vivir en el mundo de San Martín y a todo el prestigio que hay a su alrededor.
Eso se magnifica si se toma en cuenta las últimas frustraciones del club con los ascensos a Primera División. Eso se da cuando se está tan cerca de una meta; en este caso el ascenso, y no se logra llegar. Ese obstáculo se manifestó en la cantidad de ocasiones que San Martín desperdicio para hacerse con el liderazgo de su zona. Es una emoción muy fuerte que lleva a la tristeza por la oportunidad perdida.
Aquí se presentan dos caminos: uno te invita a crecer, a evolucionar y ser mejor. Se hace un mea culpa sobre por qué no se pudo aprovechar esas situaciones; es la alquimia maravillosa de la frustración. Pero también puede operar hacia la resignación. Cuando se repite en varias ocasiones, empieza a aparecer esta última.
Así, San Martín tiene la oportunidad de quebrar este ciclo emocional. Debe lograr esa superación emocional que llamamos resiliencia. Ya no es solo para el partido con Defensores de Belgrano, sino para lo que venga. Es el momento ideal para poder desarrollar este carácter que no supo tener en la etapa anterior.
Para lograrlo, el factor que la mayoría de los equipos de fútbol olvida de analizar es la situación de los vínculos. Siempre se debe analizar las energías que rodean a las 55 o 60 personas que componen todo el staff entre dirigentes, jugadores, cuerpo técnico y demás.
Ahí es donde se ve el fenómeno del contagio colectivo. Las neuronas espejos se encargan de la transmisión de emociones entre los compañeros, que influyen de manera contraria en los contrincantes. Es decir que si un equipo se presenta desesperado, termina siendo una ventaja que termina siendo aprovechada. Este factor puede haber influido en los últimos partidos con Güemes y Almirante en La Ciudadela.
Es el momento en el que el entrenador y los capitanes realicen la gran tarea de interpretar las situaciones conscientes e inconscientes que les está pasando al equipo. Ellos son los encargados de desafiar el status quo y transformar la actualidad. Deben gestionar cómo los jugadores reciben individualmente y colectivamente este conjunto de estímulos.
Con todo esto, San Martín está ante una situación única para quebrar lo que viene arrastrando hace un par de años. ¿Es difícil? Sí. Pero el contexto es propicio para que quienes están en este momento en el club puedan concretar su objetivo.